"Recupera la vista"
El propósito de nuestro Señor Jesucristo al realizar los milagros, nunca ha sido que a través de verlos en ejecución creamos o desarrollemos nuestra fe. La escritura nos dice en Romanos 10:17 "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". Nuestro Señor no diseño los milagros, ni las señales para producir fe, estos fueron diseñados para afirmar quien es Él y sólo Él. Jesucristo dijo a los fariseos: "Jesús les respondió (fariseos): Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí". Juan 10:25
Sin embargo estas obras sobrenaturales llevaron a muchos a malentender su propósito (milagros). Aquellos que querían pan después de ver a Jesús multiplicar los panes y los peces, venían para saciar una necesidad temporal, Él había realizado este milagro para que entendieran que era el único que podía saciar su hambre espiritual.
Hacemos mención de esto porque hablaremos de uno de los milagros de nuestro Señor Jesucristo, para que de manera espiritual comprendamos en qué posición nos encontramos delante de Dios y que por medio de Su Palabra Dios produzca la fe que nos lleve a creer en él de manera correcta.
La palabra de Dios no es simplemente una serie de hechos u acontecimientos históricos, sino el poder de Dios mediante el cual redime a los pecadores de la esclavitud del pecado. No solo se requiere de un asentimiento intelectual sino la total rendición del corazón, el alma, la mente y la fuerza. Su labor es la de abrir los ojos espirituales de los que aún se encuentran ciegos.
En Juan capítulo 9 nos dice que una vez que Nuestro Señor Jesucristo abandonó el templo, mientras que la multitud le buscaba se detuvo para sanar a un hombre ciego, este ni siquiera le había pedido a Jesús que le sanara, incluso es muy probable que ni siquiera conociera quien era Jesús, pero el Señor le vio a él, la gracia soberana de Dios le había elegido para ser objeto de un milagro.
Dios nos encuentra, aunque tú y yo no le veamos, Él nos ve y conoce nuestra necesidad, viene y nos sana, nos hace ver. Debemos recordar que algunos fueron sanados y otros no, a unos llamó y otros no recibieron su llamado. La Escritura nos dice "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Juan 1:12
Jesús sanó a este ciego porque en su soberana omnisciencia sabía que este le había de recibir, este es nuestro Señor quien sabe quiénes han de ser suyos, quienes han de recibir Su evangelio, creer y ser salvos por Su gracia. Los discípulos le preguntaron: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" Juan 9:2. Esta era la enseñanza típica de los rabinos y era una idea común en el judaísmo antiguo, pensaban que el sufrimiento era consecuencia de pecados específicos.
Sin lugar a duda muchos de los padecimientos o del sufrimiento que a muchos de nosotros nos acogen, son a causa de nuestro pecado, por ejemplo, alguien que fuma mucho, sufrirá las consecuencias por esto, de la misma manera el que toma, el que se droga, etc. Estos tipos de sufrimientos entran en una categoría a la cual Dios la llama la ley de la cosecha, lo que siembras eso cosecharás.
Hay otro tipo de padecimientos que nos son heredados, por ejemplo, cuando tú y yo vamos al doctor, se nos pregunta si alguno de nuestros padres o familiares es diabético o tiene problemas del corazón, etc., esto para crear un registro de que somos propensos a este tipo de enfermedades. Sin embargo en los tiempos de nuestro Señor Jesucristo este tema era de mucha controversia, y los rabinos atribuían los males de una persona a causa de su pecado o a causa de pecados de sus padres, pero nuestro Señor enseña una verdad en el siguiente versículo "Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Juan 9:3
Sabes que el mundo juzga estas situaciones, ¿Quién de nosotros no ha escuchado estas frases? "por eso te pasa lo que te pasa", "recibió su merecido", etc. Hoy en día el hombre juzga usurpando el lugar de Dios, pero nuestro Señor muestra misericordia, a Él no le importa si nosotros o nuestros padres pecaron, lo que él quiere es restaurarnos, manifestar su poder, abrir nuestros ojos para que otros puedan ver quién es Él. No lo que puede hacer, sino que puedan ver quién es Él, va mucho más lejos y no solamente desea sanarnos de una enfermedad, desea quitar el virus por completo, no solo desea sacarnos de una situación temporal, quiere darnos vida eterna, desea que dejemos de vivir en la oscuridad a la que el pecado nos ha llevado y llevarnos a ver su luz, así que lo que nuestro Señor hace es manifestar la obra de Dios en Él y así quiere hacerlo contigo y conmigo.
Nuestro Señor Jesucristo tuvo la encomienda de Su Padre de hacer milagros, tuvo un ministerio que duró tres años y medio, tuvo una vida consagrada completamente al plan redentor. Desde su nacimiento nuestro Señor tuvo un propósito y un plan para salvar al pecador, siendo Dios encarnado, esta fue su misión. "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar". Juan 9:4
Tú y yo hemos nacido en este mundo al igual que nuestro Señor, pero con la diferencia de que hemos desarrollado una herencia de pecado dada por Adán y Eva. Vivimos una vida sin Dios, sin un propósito bien definido a causa de nuestro pecado. Sin embargo en un momento, momento en el cual ya Dios ha definido desde antes de la fundación del mundo, logramos tener un encuentro con Él y nos encontramos con nuestro Señor para que nos dé una vida nueva y un propósito.
"Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo". Juan 9:5-7
Jesús escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y unto con el lodo los ojos del ciego, Jesús pudo simplemente abrir su boca y decir que era sano. Pero nuestro Señor lo que desea es que nuestra fe en Él sea manifestada para testimonio de otros, así que dijo a este hombre ve a lavarte en el estanque de Siloé y este hombre respondió con un acto de obediencia y sumisión a las palabras de Jesús. Este fue solo el comienzo porque solo es la introducción hacia un milagro aun mayor, uno que el ojo humano a simple vista no percibe ya que es espiritual.
El milagro despertó una furia extraordinaria porque cuando el hombre volvió y la gente se dio cuenta de quién era y de lo que había ocurrido con él, se sintió comprensiblemente confusa. "Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? nos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?". Juan 9:8-10
Nunca nadie había presenciado un milagro como este, querían una explicación, pero todo lo que él podía dar era un relato de los acontecimientos. "Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista". Juan 9:11
Así que de repente todo esto no solamente se vuelve confuso sino que además, esta situación no armonizaba con la religiosidad de aquellos días que solo buscaba un pretexto para apresar a Jesús, quien de palabra y hechos reprendiendo todo un sistema religioso de obras muertas.
"Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos". Juan 9:12-16
Este es un claro ejemplo de aquellos quienes se rehúsan a creer la verdad de Dios y defender una postura religiosa:
"Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios". 2 Corintios 4:3-4
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente". 1 Corintios 2:14
"Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él". Juan 9:17-23
Los fariseos eran totalmente incrédulos, "Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Juan 9:24
Desde luego ellos no tenían evidencia alguna de que Jesús era pecador, sin embargo una persona que tiene el entendimiento entenebrecido a causa del pecado y que no puede ver la luz de Cristo, intentara cualquier excusa para no recibirle y aceptar su mensaje.
La respuesta de este hombre es sorprendente:
"Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron". Juan 9:25-34
Aquí vemos como este hombre defendió el milagro que se había hecho con él, no comprendía en su totalidad quien era Jesús, lo único que sabía es que Jesús le había sanado la vista y le reconocia como un profeta enviado por Dios. Cuando Jesús se enteró de que el hombre había sido expulsado de la sinagoga fue y le buscó, de nueva cuenta vemos como el Señor tomó la iniciativa ya que Romanos 3:11 nos dice lo siguiente: "No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios".
Un ciego lo es tanto a la luz del día como en la oscuridad, la única alternativa para curar la ceguera física en estos días es una cirugía o un milagro y la única alternativa para sanar la ceguera espiritual es un milagro divino. Podemos venir a la iglesia y tomar cientos de estudios teológicos, pero si Dios no hace un milagro en nosotros para que podamos ver las verdades espirituales, solo seremos personas con conocimientos bíblicos pero sin vida espiritual.
"Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró". Juan 9:35-38
Este hombre se encontraba ya preparado y dispuesto para dar una respuesta, su corazón ya estaba completamente abierto. Cristo había dado vista a sus ojos espirituales y este le había reconocido como Dios. El hombre que nunca antes había visto nada, ahora veía a Jesús como el hijo de Dios, entre tanto los líderes religiosos no le reconocieron y no solo no lo reconocieron sino que le mataron.